Esta deliciosa y sabrosa salsa no es fácil de preparar, pero el resultado merece la pena si es que queremos disfrutar de unos auténticos huevos Benedict. La historia de la salsa holandesa
no deja claro su origen, todavía se discute si llegó desde Holanda en el siglo XVIII o si se trata de una invención francesa. Lo cierto es que se encuentran menciones a esta receta, tal y como la conocemos hoy en día, en algunos libros de cocina del siglo XIX.
Una cosa está clara, hacer salsa holandesa no está al alcance de cualquiera. Requiere de cierta mano con la cocina y bastante tiempo, es muy elaborada y hace falta una cierta dosis de paciencia hasta dar con el grado de densidad y sabor adecuados. ¿Lo mejor? La práctica. No es uno de esos platos que salga a la primera.
Receta
Ingredientes
- 60 g de yema de huevo
- 50 ml de agua
- 200 g de mantequilla
- 1 cucharada de jugo de limón
- Sal
- Pimienta
Paso a paso
- Poner la mantequilla a baño maría para clarificarla. Cuando la grasa y el suero se separen, separar la parte líquida de la parte grasa del suero y reserva la grasa a una temperatura entre 50°C y 55°C
- Mezclar las yemas de huevo junto con el agua al baño maría hasta que aumente su volumen. La mezcla tomará una textura muy espumosa por la incorporación de burbujas.
- Continuar mezclando hasta que las burbujas apenas se puedan distinguir.
- Añadir la mantequilla clarificada a una temperatura aproximada de 55°C
- Agregar el jugo de limón y sazonar al gusto.
- Reservar la salsa al baño maría, a una temperatura entre 45°C y 50°C hasta su utilización.