La magdalena, madalena o madeleine es un pequeño bollo tradicional de Francia y España de muy discutido origen. No deben confundirse con los muffins ni con los cupcakes ni las
magdalenas españolas con las francesas. Las del país galo adoptan formas diversas, mientras que las españolas son de forma similar a los muffins.
Francia y el Camino de Santiago se disputan el origen de este producto, que gana adeptos día a día
¿Quién no ha cambiado de humor tras levantarse y encontrar en la mesa unas magdalenas? Este popular producto gana adeptos día tras día gracias a una receta sencilla pero deliciosa, tanto en su versión más tradicional como en las preparaciones algo más elaboradas. Es habitual consumir magdalenas pero, ¿sabemos de dónde proceden?
La historia nos presenta dos posibilidades factibles. Por cercanía y curiosidad, una de ellas se ubica en el Camino de Santiago. El peregrinaje hacia la ciudad gallega era una ocasión perfecta para dar a conocer productos y tradiciones de los lugares que atravesaba el camino, gracias a la afluencia de personas procedentes de distintos puntos del mundo.
Así debió pensar una joven llamada Magdalena, que decidió ofrecer a los peregrinos unos pequeños bizcochos con forma de concha, en homenaje al símbolo del camino de Santiago. Su delicioso sabor pronto cautivó a los caminantes, que extendieron su fama bajo el nombre de su cocinera, magdalena.
Otro posible origen de las magdalenas se encuentra en Francia. En 1755, el castillo de Commercy era un foco de atención por las lujosas fiestas gastronómicas que ofrecía el duque Estanislao I. Sin embargo, el noble o el cocinero oficial no debían de tener buen carácter, porque el chef se enfadó y decidió castigar a su jefe.
Poco tiempo antes de que llegaran los invitados a una de las opíparas cenas, el cocinero abandonó su puesto de trabajo y se llevó con él los postres. Ante esta situación, una sirvienta del castillo llamada Madeleine Paulmier se ofreció para elaborar unos dulces alternativos que sustituyeran a los retirados.
Al contar con poco tiempo, optó por una receta sencilla y rápida que le enseñó su abuela. Los invitados quedaron encantados con este dulce y Estalisnao, satisfecho, presentó a la creadora ante los comensales al tiempo que les anunció que el nuevo postre tendría su nombre, Madeleine. Esta tradición es todavía muy popular hoy en día.
Ambos orígenes son curiosos y grandiosos para un producto sencillo que todos podemos cocinar si disponemos de huevos, azúcar, mantequilla, harina, levadura y ralladura de limón.
La Madeleine original se cocina en molde con forma de concha que le dan su caracteristica forma, sin embargo con el tiempo se comenzaron a preparar en moldes de papel con la forma de un muffin
Receta
Ingredientes
- 150 g de azúcar blanco
- Azúcar extra para espolvorear
- 3 huevos grandes
- 125 ml de aceite
- 60 ml de leche entera
- 1 cucharadita de miel
- 260 g de harina de trigo 0000
- 2 cucharaditas de polvo de hornear (tipo Royal)
- Ralladura de un limón mediano
- ½ cucharadita de sal
Elaboración
- En un bowl mediano mezclamos la harina, el polvo de hornear, la ralladura de limón y la sal con de una cuchara de madera hasta combinar todos los ingredientes secos de forma homogénea. Reservamos.
- En el bowl de nuestra amasadora eléctrica, con la lira de batido (o en un bowl grande) batimos a velocidad media los huevos con el azúcar durante unos 3-4 minutos hasta que la mezcla adquiera una textura esponjosa.
- A continuación, bajamos la velocidad y agregamos el aceite en un hilo delgado hasta obtener una mezcla algo pálida y de textura suave.
- Añadimos entonces la miel y la leche, a velocidad baja, y mezclamos hasta combinarlo todo por completo.
- Sin aumentar la velocidad, incorporamos los ingredientes secos que teníamos reservados en dos tandas y mezclamos sólo lo justo hasta que quede todo bien integrado.
- Cubrimos con film transparente e introducimos la mezcla en el frio desde 2 horas hasta toda la noche.
- Cuando estemos preparados para hornear nuestras magdalenas, precalentamos el horno a 220ºC y colocamos la rejilla del horno a media altura.
- Preparamos un molde para magdalenas (individuales o en bandeja) en pirotines (cápsulas de papel). Si quedarán espacios vacíos sin cápsulas, es más que recomendable llenarlos con agua hasta la mitad de su capacidad (para que tampoco salpique sobre la masa de las demás) y así evitar que el molde se estropee con el calor.
- Retiramos la masa de las magdalenas del frio y la mezclamos de nuevo ligeramente con ayuda de una espátula de silicona. Reducimos la temperatura del horno a 200ºC.
- Llenamos las cápsulas hasta 3/4 partes de su capacidad. Añadimos un poco de azúcar sobre cada una de nuestras magdalenas y horneamos durante unos 15-18 minutos aproximadamente (dependerá de cada horno) o hasta que se hayan dorado y crecido.
- Tras retirarlas del horno, las dejamos reposar dentro del molde unos 10 minutos antes de sacarlas y dejarlas enfriar por completo sobre una rejilla.
Se conservan varios días bien cubiertas a temperatura ambiente
Nota
- La miel ayudará a que las magdalenas queden más humedas y la retengan por lo que se conservarán tiernas durante más tiempo.