Es una bebida milenaria, apreciada por muchas culturas, con propiedades y beneficios notables para nuestro organismo. Repasamos algunos de los aportes más destacados de los tipos de té

más populares.

Según autores como Alan Macfarlane e Iris Macfarlane, responsables ambos de la obra The Empire of Tea, la popularidad del té sólo se ve sobrepasada por la del agua a nivel mundial. A pesar de que en nuestro entorno más inmediato el café sea el que mande. ¿Las razones de esta fama planetaria? Ser una infusión milenaria tan placentera como beneficiosa para el organismo gracias a las propiedades de los diferentes tipos de té.

Es por eso que sobran argumentos para ensalzarlo por delante de su más directo competidor en las mañanas y las sobremesas. Más si cabe cuando la razón de su ingesta, por encima de su simple y gozosa degustación, la encontramos en la cafeína. Ese alcaloide que nos ayuda a sobrellevar mejor nuestros días y que también está presente en la Camellia sinensis, como es conocida la planta del té científicamente.

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Propiedades del té y sus tipos

El estimulante brebaje preparado con agua y hojas o brotes del popular arbusto posee un característico sabor fresco, ligeramente amargo y astringente según la variedad empleada, acompañado por un delicado olor. Unas cualidades organolépticas amadas por muchos que vienen complementadas por sus significativas particularidades.

Las propiedades que posee la infusión, consumida desde hace siglos por culturas tan antiguas como la china, popular también en otros países como el Reino Unido, en el que se considera una tradición tomarla por la tarde, sobre las cinco, varían según los tipos de té con los que se elabore. Cada variedad tiene unas características y unas cualidades distintas.

El té verde por ejemplo, uno de los más populares en países tan poco acostumbrados a la bebida como España, se considera de los más beneficiosos. Los méritos que le han permitido alcanzar tal notoriedad son la alta presencia de antioxidantes respecto a otros, no haber sufrido oxidación en su procesado, al contrario que el té negro, y el destacado aporte de teanina que proporciona. Una sustancia que puede potenciar nuestra actividad cognitiva mejorando la memoria, la capacidad de concentrarnos, la de meditar, así como la de atención y aprendizaje. Pudiendo resultar beneficioso a la hora de atajar deterioros producidos por enfermedades como el alzhéimer, llegando incluso a prevenir los riesgos de sufrir demencia.

Una variedad similar sería la del té amarillo, que sigue un proceso prácticamente idéntico de producción, simplemente acortando el periodo de secado. Es por eso que la mayoría de las propiedades que poseen son compartidas, tanto la digestiva, la beneficiosa para el sistema cardiovascular, como la antioxidante.

El té negro, conocido también por algunos pueblos como té rojo, describiendo mejor su aspecto, se encuentra oxidado en un mayor grado que el resto de tés y contiene, dada esta circunstancia, una mayor concentración de cafeína. Es por ello que, al igual que el café, del que es un gran sustitutivo, estimula el sistema nervioso central y actúa también como un diurético. A esta propiedad se suman varios polifenoles, vitaminas y se estima que su ingesta podría estar relacionada con un menor riesgo de accidentes cardiovasculares, reduciendo ligeramente a largo plazo la presión arterial sistólica y diastólica, así como el colesterol LDL en sangre, según varios estudios.

El té rojo, otro tipo imprescindible, es conocido más allá de Occidente como té pu-erh. Es sometido a un largo proceso de fermentación—por lo que no es consumido nunca fresco— que se realiza en barricas de bambú y puede durar desde dos años hasta seis décadas. Sus particularidades pasan por su bajo contenido en cafeína, dado el fermentado, y por un amplio repertorio de propiedades tanto confirmadas por estudios como atribuidas, sin confirmación científica por el momento. Destacan desde la prevención de enfermedades respiratorias a la bajada de peso, la reducción de niveles de grasa, de azúcar en sangre o la prevención de infecciones.

Un té ligeramente oxidado es el conocido té blanco. Las yemas y hojas jóvenes de la planta Camellia sinensis se dejan marchitar de forma leve, se secan siendo expuestas a los rayos del sol y se procesan ligeramente previniendo la oxidación. Esta variedad contiene varios tipos de polifenoles, entre los que se encuentran las catequinas, responsables de mejorar la función cardiovascular; antioxidantes que ayudan a fortalecer el sistema inmunitario, especialmente en animales y humanos inmunocomprometidos, ayudando también a disminuir o ralentizar el crecimiento de virus y bacterias.

No podemos terminar un repaso a los tipos de té y sus propiedades sin hablar del té oolong, también conocido como té azul. Es una variedad que quedaría a caballo entre el verde y el negro, de acuerdo al grado de oxidación y sus cualidades organolépticas. Al igual que el pu-erh, está considerado como un aliado a la hora de bajar de peso y potenciar la quema de grasas. Tiene una gran capacidad antioxidante, al nivel del té verde prácticamente, podría combatir cierto tipo de colesteroles y de igual forma, como otros tés, está en estudio su posible relación con una menor incidencia de determinados tipos de cáncer.

Beneficios del té

A pesar de las numerosas evidencias recabadas y las creencias populares, algunas provenientes de milenarias obras orientales, muchas de las propiedades no son completa y certeramente atribuibles al té por ahora. Los beneficios de la infusión son evidentes en algunos casos, concluyentes en otros y, en su mayoría, motivo de estudio continuo en universidades y centros de investigación de todo el mundo.

Sin embargo, que esta bebida resulta beneficiosa en términos generales está más que sobradamente demostrado. Consumirla calma la sed, proporciona una sensación de placer y es una gran fuente de hidratación. Siempre que sea servido sin azúcar, en solitario, debemos tener el té en cuenta. Guías sobre bebidas saludables como una editada por la prestigiosa Universidad de Harvard, Estados Unidos, la sitúan como segunda opción solamente por detrás del agua. No cabe duda que beneficioso es.